miércoles, 24 de abril de 2019

Retrospección



   Pudo haberse debido a un deja vu que le enfrentó a la eterna repetición del tiempo y sus trabajos, o a un desfallecimiento momentáneo por haber dormido mal y comido a salto de mata, o al hecho accidental de haberse llenado la memoria. El caso es que llegado a cierto punto el fotógrafo consideró que ya había hecho suficientes fotos. Y no solo por aquel día sino también para el resto de su vida. 

    Porque lo cierto es que, teniendo en cuenta los miles y miles de imágenes que guardaba en sus cajas, álbumes, archivadores, deuvedés y discos duros, probablemente ya no le alcanzaran los años para revisar, ordenar, clasificar, procesar y positivar aquel ingente material en el que, de mejor o peor manera, ya estaba todo dicho. 

   Además, bien pensado, la decisión de no tomar más fotografías no dejaba de ser también un acto de afirmación artística: la voluntad de negar la foto implicaba una rebeldía frente al automatismo, la proliferación sin tasa y la devaluación masiva del arte contemporáneo. 

   Y todo ello sin olvidar que la abstinencia le permitiría contemplar el mundo con ojos nuevos y desinteresados: del mismo modo que el exfumador recupera el sabor y el aroma de sus platos más queridos, quién sabe si no descubriría él también nuevas facetas suyas y se atrevería a experimentar con otras formas de plasmar e interpretar la realidad. 

   Se convertiría en historiador de sí mismo, exégeta de su propia obra, cuyos significados permanecían ocultos bajo el aluvión informe de los años: convertiría sus sucesivas preferencias temáticas y formales en etapas, y sus caprichos en hitos. Era sin duda el momento de las retrospectivas. 

   Este trabajo desbordante sería el mejor antídoto contra la tentación de volver a tomar fotos. Ya se veía retratado por algún compañero de profesión, absorto entre sus archivos y pruebas de impresión como un orfebre entregado en cuerpo y alma a su tarea, en la penumbra del taller donde una lámpara iluminaría con precisión sus manos en el centro de la imagen sosteniendo unos viejos negativos, mientras una pantalla reflectora permitiría adivinar al fondo la amorosa textura del polvo sobre una cámara presta a gozar ya del prestigio irrebatible del pasado.

12 comentarios:

  1. Con frecuencia me sucede que salgo a hacer fotos y de repente me digo: se acabó, hoy no hago mas... Pero de ahi a dejar de hacer fotos para siempre, lo veo desmedido...

    Sigamos, sigamos, haciendo fotos...

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    1. Ciertamente hay que huir de los absolutos: nunca debemos decir siempre.

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  2. El tedio, nos, puede a todos, tarde o temprano. Mas si éste materializado en ser familiar entonces y además la presión muscular del pedio al desplazarnos para realizarlas conducen al descanso obligado.
    Óbito oscuro de la caja ídem que oprime su diafragma y desfallece a falta de aire.
    Yo, de ser usted, me replantearía una baja y cambio de planes y a otras artes plásticas; después habrá maduro regreso. Todo harta, hasta las tartas de queso

    Cuatro tapas son tetraquietas para
    cuatro paquetes móviles sobre ruedas
    Y de colores también hay equivalencias
    por donde el futuro ya ha pasado

    PD: A archivo pretérito no le busque el diente, suele estar herrado, por óxido y viejo
    Para tal tesitura, sea fiero o sea fierro. Definitivamente ósea y pedio.

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    1. Es dura de digerir esa sensación, convencimiento a veces, de que el futuro ya ha pasado ¿Qué queda entonces? Tal vez el instante sin más, despojado de calendario. Entregarse al instante, al silencio de lo que no puede decirse de otro modo más que callando.

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  3. En esta ocasión me gusta casi más el texto que la foto, que me parece muy buena, pero es que el texto es puro delicatessen. No creas que no dan ganas muchas veces de parar, al menos momentáneamente y analizar las miles de fotos como cuentas. Pero a la hora de la verdad lo que acabamos haciendo siempre, al menos yo, es justo lo contrario, continuo haciendo fotos y lo que hago es prácticamente olvidar las miles de fotos que quedan detrás a las que apenas se le ha dado un vistazo para decidir si la borras o le dejas o, como máximo, ponerle un codígo de estrellas que indica si en esa primera criba te ha gustado más o menos la foto.

    Parar, revisar el estilo, descartar caminos que ya no tienen continuación, redescubrir hilos que apenas habíamos intuido. Ordenar la obra, hacer libros uniendo fotos hermanas que tienen un hilo conductor, no enseñárselos a nadie, mirarlos indefinidamente en días de nostalgia. En fin, algún día habrá que hacerlo, sin duda.

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    1. Ir aplazando indefinidamente el día de poner orden, de hacer recuento y limpieza general. Eso es vivir. Aplazamientos parciales, fraccionamientos que se suceden.

      Un abrazo.

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  4. Cuando viajo, lo primero de lo que me acuerdo es de llevar la cámara cargada. Quiero atrapar los instantes y guardar los recuerdos de todo lo que en aquel sitio me ha llamado la atención. Soy muy mala fisonomista, pero cuando capto una imagen esta además de en la càmara se me graba en mi retina.

    Besos

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    1. También mi memoria es fotográfica: mis recuerdos quedan fijados en el mismo momento de la percepción y registro de la escena mediante la cámara, y todo lo demás no ha existido. Tengo una memoria externa. A veces pienso que el interior de mi mente es solo un nódulo de conexiones entre aparatos de diversa índole.
      Besos.

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  5. Yo veo muy adecuado el texto para la foto, son un tándem.

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    1. Rayuela deconstruida la foto. El texto, la imposibilidad del abandono.
      Un abrazo, Ana.

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  6. En todo eso estaba pensando esa tarde, con la firme determinación de convertirse en el minucioso orfebre de su pasado, en el hombre que pasea lentamente por las callecitas de lo que fue. Luego, sin apenas darse cuenta de lo que hacía, se puso la chaqueta, cogió su cámara y salió a la calle en busca de lo que aún no había sucedido, de todo eso que conforma el tal vez de la vida. Para minimizar su contradicción, su inevitable fracaso, pensó que tal vez el futuro sea un pasado distinto, mucho más generoso, que nos permite albergar recuerdos sin tristeza.

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    1. Cuánta razón tienes: si es que en el fondo el pasado y el futuro están hechos de la misma sustancia. El porvenir no es más que un pasado con zanahoria.

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