Los pretextos también tienen sus peculiaridades: no es lo mismo llegar en coche, en bici o andando. Cambia el lugar porque el lugar es prolongación de nuestra trayectoria. En bicicleta este rincón tiene algo de meta, en este caso, meta volante.
Lo tiene sin duda, esa luz suave y uniforme, tamizada por unas nubes levísimas, que le da un toque pastel a la escena y funde las diferentes texturas en una sola, puede ser la culpable.
Una composición de recorrido, de tránsito, en el que la bicicleta parece apurar pacientemente su tiempo de descanso. Sería interesante conocer los pretextos de la bici. Un abrazo.
Un elemento involuntario de esa composición es la pequeña distorsión que el angular ha provocado en el murete de la terraza y que lo convierte en una especie de cinta flexible que se retuerce ligeramente. Probé a corregir la distorsión pero me pareció que la imagen perdía precisamente algo de ese imán.
Preciosa foto. Las dos franjas de azul son geniales, me gusta especialmente el color de esa barandilla. Es un color que alegra, me hace pensar en el verano inequívocamente. Hace muchos meses que no veo el mar. Y tu sombra como testimonio, me puedo llegar a imaginar el gozo de tus ojos al ver la escena. Aunque creo que en tu caso el mar si que es uno de los placeres que aun tienes a tu alcance. Un abrazo.
Así es, el mar me acompaña casi a diario, vivo a orillas del Cantábrico así que es lógico que así sea. Pero no todo el mar es igual y si en Asturias hay un lugar fetiche ese es sin duda el Cabo Peñas: he perdido la cuenta de las veces que lo he visitado y sigo sintiendo una emoción especial cada vez que me acerco a su límite. Sí, la emoción del límite: el no va más.
No, no, nada de ayuditas, una bici de las de toda la vida. Aunque nunca se puede decir de esta agua no beberé ni en una eléctrica no subiré, pero de momento solo motor humano, jeje.
Las bicicletas son metáforas precisas del vivir: para postergar cualquier gravedad, solo cabe pedalear. Artefacto sabio, que por si fuera poco, en tu fotografía incluso sabe escuchar el mar.
Bienvenidos sean los pretextos ai gracias a ellos se logran fotos como esta.
ResponderEliminarAbrazo
Hay que buscarlos siempre. Y la foto misma es otro pretexto: un pretexto para acercarnos a lo que no sabríamos explicar de otro modo.
EliminarUn abrazo
Preciosa composición con esa "doble" línea de costa. El pretexto muy bien puesto, dispuesto para escapar por la segunda línea.
ResponderEliminarAbrazos.
Esa doble línea viene a ser un subrayado del mar que viene a ser un subrayado del cielo. Siguiendo esas líneas llegué hasta aquí.
EliminarUn abrazo
Los pretextos son conduces a lugares bellos. Que no falten pretextos, aunque sea con ruedas.
ResponderEliminarBello rincón.
Saludos.
Los pretextos también tienen sus peculiaridades: no es lo mismo llegar en coche, en bici o andando. Cambia el lugar porque el lugar es prolongación de nuestra trayectoria. En bicicleta este rincón tiene algo de meta, en este caso, meta volante.
EliminarPreciosa foto que no se por qué tiene algo de onírico
ResponderEliminarLo tiene sin duda, esa luz suave y uniforme, tamizada por unas nubes levísimas, que le da un toque pastel a la escena y funde las diferentes texturas en una sola, puede ser la culpable.
EliminarUna composición de recorrido, de tránsito, en el que la bicicleta parece apurar pacientemente su tiempo de descanso. Sería interesante conocer los pretextos de la bici.
ResponderEliminarUn abrazo.
Je,je...supongo que yo soy su pretexto: al fin y al cabo soy yo el galeote, el que trabaja para ella, la fuerza bruta que alimenta su complejidad.
EliminarEl placer de las pequeñas cosas
ResponderEliminarA medida que nos hacemos mayores vamos afinando el sentido para ese placer.
EliminarMe gusta mucho la composicion, es un gran trabajo fotografico, saludos.
ResponderEliminarFruto más que nada de la luz y del vacío invernal y pandémico de esa terraza que en otras condiciones estaría repleta de mesas.
EliminarEl mar es un imán que nos atrae. A pie, en bici o con otro tipo de transporte, siempre nos hipnotiza. Buena compo, Xuan.
ResponderEliminarUn abrazo.
Un elemento involuntario de esa composición es la pequeña distorsión que el angular ha provocado en el murete de la terraza y que lo convierte en una especie de cinta flexible que se retuerce ligeramente. Probé a corregir la distorsión pero me pareció que la imagen perdía precisamente algo de ese imán.
EliminarUn abrazo
Parece una ficción ofrecida a la sombra del fotógrafo.
ResponderEliminarCierto, y resulta curioso que en esa ficción lo más real sea un diseño tan improbable como el de la bicicleta.
EliminarPreciosa foto. Las dos franjas de azul son geniales, me gusta especialmente el color de esa barandilla. Es un color que alegra, me hace pensar en el verano inequívocamente. Hace muchos meses que no veo el mar. Y tu sombra como testimonio, me puedo llegar a imaginar el gozo de tus ojos al ver la escena. Aunque creo que en tu caso el mar si que es uno de los placeres que aun tienes a tu alcance. Un abrazo.
ResponderEliminarAsí es, el mar me acompaña casi a diario, vivo a orillas del Cantábrico así que es lógico que así sea. Pero no todo el mar es igual y si en Asturias hay un lugar fetiche ese es sin duda el Cabo Peñas: he perdido la cuenta de las veces que lo he visitado y sigo sintiendo una emoción especial cada vez que me acerco a su límite. Sí, la emoción del límite: el no va más.
EliminarUn abrazo
Una foto preciosa, hasta tu sombra queda bien.
ResponderEliminarPor cierto, la bici tiene una "ayudita", no? Jeje
Que la disfrutes por mucho tiempo.
Un abrazo.
No, no, nada de ayuditas, una bici de las de toda la vida. Aunque nunca se puede decir de esta agua no beberé ni en una eléctrica no subiré, pero de momento solo motor humano, jeje.
EliminarUn abrazo, Enrique.
Me encanta la foto, el autorretrato y el sitio. Un saludo.
ResponderEliminarProbablemente es uno de mis autorretratos más fieles.
EliminarGracias, Ana.
Las bicicletas son metáforas precisas del vivir: para postergar cualquier gravedad, solo cabe pedalear. Artefacto sabio, que por si fuera poco, en tu fotografía incluso sabe escuchar el mar.
ResponderEliminarUn placer.
Pedalear sobre esos acantilados produce siempre la sensación de estar rodando un plano de una película que le sucede a otro.
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