sábado, 22 de marzo de 2008

Reconstrucción de los hechos

El cumpleaños de uno mismo es una rara celebración en la que se rememora un acontecimiento del que no se tiene el más mínimo recuerdo. Puedo imaginar, pero tan solo imaginar, a mi madre primeriza en el hospital desbordado de una ciudad de aluvión como Avilés, en un paritorio irregularmente alicatado, donde una comadrona instruida durante el III Reich imparte las órdenes necesarias, dado que un médico es un lujo al que solo se tiene acceso en el caso de que sea preciso tener acceso mediante anestesia y bisturí. Pese al mal trago, mi madre aún recuerda con ternura lo feo que yo era, puro hueso y cabeza de pepino.
Ese mismo día, mientras daba las primeras boqueadas, en una universidad de las afueras de París ocho estudiantes irrumpen en el despacho del rector y toman algunas dependencias. Fue el nacimiento de lo que se llamaría el “Movimiento del 22 de marzo”, y que desembocaría dos meses más tarde en una serie de huelgas y escaramuzas callejeras de las que aquí, una villa de provincias, no se supo apenas nada hasta muchos años más tarde. El nacimiento es siempre una irrupción, una ruptura. Antes de nada está la esfera de la no existencia, inmóvil, cerrada, perfecta y autosuficiente. Sin razón aparente se rompe el cascarón y todo empieza a pervertirse, casi siempre demasiado rápido. El nacimiento es también una negación, se niega todo lo precedente, que es unívoco y monolítico. Pero tras la negación primera llega la necesidad de afirmarse, y las afirmaciones, que son tan variadas y variables como la realidad misma, terminan por contradecirse. La revuelta de mayo del 68 se pervirtió también en tiempo record. Pero al menos de aquella perversión quedó, por lo visto, el recuerdo del goce, y tal vez sea eso, gozar mientras nos pervertimos, la única afirmación necesaria. Bueno, esto y , a partir de cierta edad, reconstruir el cascarón, desde fuera, con la precisión miope del maquetista, hasta que un día descubrimos que, a estas alturas de la gastronomía, del huevo original apenas queda sino una leve insinuación en la tortilla deconstruida de Adrià.

10 comentarios:

  1. La irrupción de los estudiantes era para ver un partido de fútbol en el único televisor cercano, donde las chicas, territorio prohibido.
    Así pues el fútbol ya marcaba las horas y en eso seguimos cuarenta años después.
    Felicidades.
    Imaginar no cuesta nada.

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  3. Al fin, el nacimiento no es más que un trámite, como la muerte.
    Hay que cumplirlo con la mayor dignidad posible y sin afectar a más cascarón que el nuestro.

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  4. bonita reconstrucción y felicidades, por supuesto...

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  5. ¡Feliz cumpleaños! ¡Bienvenido a los 40!

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  6. Muchisimas Felicidades! ?A que despues de todo no fue tan terrible el cumplirlos? La foto me parece GENIAL!!!!

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  7. Pero en la tortilla, para que sea buena, siempre tienen que permanecer los fundamentos de su esencia; sólo así puede salir una tortilla inconfundible e inquebrantable. Por fin han caído. Felicidades. Aunque sea un poco tarde.

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  8. Desde el '2CV' rojo se me ha hecho evidente un salto, si hablamos de tus fotos, que demuestran sobradamente 'Paisaje con simetrías', las ruedas, 'anónimo' y 'proyecciones'. Se me haría imposible-ble explicarte el por qué, con la labia que yo tengo, pero esta foto parece lo siguiente a la sonrisa de satisfacción tras comprobar que el salto ha ido mejor de lo que uno esperaba.
    Un abrazo.

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  9. hola!!!

    acabo de llegar a tu blog, y tienes unas fotos muy padres !!!!

    La "recosntrucción de los hechos" me gustó mucho, está genial, y es muy simbólica.

    saludos y felicidades !

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  10. oye, publiqué el comentario pasado con un blog que es mío, ciertamente, pero no es el de fotos: pausa de la real.

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