Praça de Sao Tiago - Guimaraes
Portugal, como todos los reinos, nació de una traición: un hijo que se rebela contra su madre para acelerar la Historia, una ambición que el éxito convierte en heroicidad. En Guimaraes se alza el castillo donde según la tradición nació el nuevo rey, Afonso Henriques, castillo hoy convertido en atalaya de turistas a falta de otros enemigos más dignos. Sus sillares guardan, exhaustos, ese clásico hermetismo de granito. Solo nuestra imaginación lo puebla de falsas escenas sacadas de alguna película de Errol Flynn, y como él, de un salto felino, nos colamos en la ciudad medieval que se despliega por debajo, desde la Rua de Santa Maria hasta el Largo da Oliveira, pulcra como una maqueta. Sin atisbo de vergüenza metemos la cabeza, por riguroso turno, en el óvalo recortado en el guerrero de cartón y nos hacemos la foto, con nuestra sonrisa de actores mal pagados. Callejones, torres, arcos, pasadizos. Nos gusta saber que hubo un antes y que no todo se perdió. Somos turistas, estamos de paso y se nos permite ser ingenuos. Solo nos saca del hechizo la cabeza de un cerdo que comemos en un modesto bar extramuros, cocinada sin sobresaltos ni tiempos de receta. Aún en plena digestión, volvemos sobre nuestros pasos para seguir camino hacia otras tierras. Pero antes de abandonar la plaza de Sao Tiago, vuelvo la vista atrás para una última foto. Una dulce doncella vuelve también su rostro hacia mí y, contra todo pronóstico, no deshace su sonrisa, la mantiene franca y limpia durante unos segundos de eterno presente que convierten toda la Historia en un puro decorado de papel pintado. Un instante después, gira de nuevo su rostro y me olvida en el acto. También yo mismo, para ella, soy ya historia.
Que bella historia, aunque para ella ya sea historía, su sonrisa queda registrada en el tiempo en un instante que no se repetirá.
ResponderEliminarEs un gusto visitarte amigo con tu permiso.
Saludos cordiales desde El Salvador
Y la historia se va forjando de pequeños y grandes instantes que se amalgaman.La historia es parte se lo recordado y parte de lo olvidado,pues lo que no se recuerda,tambien es historia.
ResponderEliminarBonita tu historia, pero francamente más bonita esa sonsisa que te tragiste
ResponderEliminarcomo se te ha echado de menos en tu periodo vacacional!! el texto magnifico como siempre, muy bien llevado y la foto ya ni te cuento, no se si la sonrisa fue tan contra todo pronóstico como dices, ¿no cabe la opcion de que le gustaras? Es que si ésto me sucediera a mí no querría desechar esa posibilidad :) al menos no de entrada.
ResponderEliminarAyyy, cuánto, cuantísismo te hemos echado de menos!!!!
ResponderEliminarInstantes, momentos, a veces nos saben a poco, pero seguro que pequeñas sonrisas, pequeñas miradas, nos alegran el momento, a veces el día, y aunque pase a la historia, tienes la perpetuación del momento siempre quedará gracias a esta foto, evocadora de una sonrisa. Un bien escaso y preciado en estos tiempos.
Antes de que alguien lo diga o por si alguien lo piensa pero no se atreve a decirlo, mejor lo digo yo mismo: la verdad es que, independientemente de la belleza de la chica y su sonrisa, la foto no es ninguna maravilla. Le falta nitidez(mucho zoom y poco pulso), la luz resulta un poco dura y ese codo cortado es un despiste imperdonable. Y en cuanto al motivo, no deja de ser una foto más de alquien que sonríe ante una cámara. Pero que habría pasado si en lugar de Portugal estuviera, por ejemplo, en la selva amazónica, y la chica fuera, pongamos por caso, una indígena de la tribu yanomami. Entonces la pertinencia de la foto estaría fuera de toda duda y los defectos serían pasados por alto. Lo ajeno, lo extraño, lo diferente, lo lejano nos estimulan y nos retan, y justifican a menudo atrevimientos que no nos permitiriamos en nuestra propia casa. Pero la distancia entre yo y cualquiera de ellas, portuguesa o yanomami, es practicamente la misma, y el acercamiento a través del objetivo igualmente ilusorio en ambos casos.
ResponderEliminarBueno, pues muy bien e interesante todo. Como siempre aprendiendo.
ResponderEliminarUn abrzo
A cuento de lo ajeno y lo extraño, a un amigo le propusieron hace algún tiempo una exposición en San Francisco, EE.UU. Cuando me lo contó, le pregunté (naturalmente interesado) cómo se había movido para poder exponer allí; la cuestión es que exponía con un argentino con el que había pintado una serie de cuadros que formaban una especie de cuento, y me respondió lo que el galerista de Frisco les había contestado cuando ellos mismos se "extrañaron" con la oferta: que eran exóticos, que un duo entre un argentino y un español resultaba exótico allí en Frisco, rompedor, y más si el español, como era el caso, medía 1.90, en contra de la idea que tiene cualquier yanqui medio de la talla media de un español. Así, en aquel caso, al galerista le atrajo el mismo exotismo de los autores, como podía haberle atraído, por la misma regla de tres, el exotismo de su obra, aunque no fue el caso.
ResponderEliminara veces una sonrisa vale mil historias
ResponderEliminary además refleja una alegría tan contagiosa...!
ResponderEliminarun abrazo, Xuan
NAda que me habia perdido, pero me reencuentro y veo alucinantes tomas como esta sonrisa
ResponderEliminarperfecta
eso si, me quedo con la bella durmiente de la estacion, que preciosaidad de foto, eso si esuan foto con fuerza, con mensaje, con historia, lastima de luz
saludos brujos
Estoy totalmente de acuerdo contigo Xuan...!!!
ResponderEliminarValoramos más la foto dependiendo del color o los ragos del protagonista. Como dices la foto en si no es de las mejores que has hecho, pero vale la pena verla y disfrutarla por todo le que nos cuentas y por compartir contigo ese momento que captaste con tu cámara.
Bellísima historia. Portugal es muy poético.
ResponderEliminarBonita historia y bonita muchacha. La verdad que se nota la diferencia de otras tomas tuyas, pero la intención que le pones la hace una foto maravillosa; poca gente te sonríe así cuando le intenta fotografiar un desconocido.
ResponderEliminarSaludos amigo.
Xuan, muchas veces lo interesante es lo que transmite la imagen. Yo diría que es lo más interesante de la fotografía...
ResponderEliminarY así, con tus palabras y tus ilustraciones llenas de color, uno puede marcharse a esos sitios sin moverse...
Casualidades de la vida, he estado consultando estos últimos días historias de este pueblo que dicen es tan bello...
Ojalá la historia fuera la sucesión de sonrisas de los protagonistas, sea en Portugal o en el Amazonas.
ResponderEliminarUn texto soberbio, para mí eres un etnógrafo de primera, envidia me das.
Agradable reacción....
ResponderEliminarsaludos
Un buen cachete a tiempo y la península ibérica sería hoy de un único color en el político ;-)
ResponderEliminar¿Estaba buena esa cabeza?
Cada vez que alguien se muestra transparente delante de mi cámara, si la foto es lo que yo quería, me dan ganas de darles la mano, un abrazo y hasta un par de besos.
ResponderEliminarSigo hambriento de lo que te has traído.
Por cierto, estreno blog date alguna vuelta de vez en cuando, no sé como lo llevaré pero se irá llevando.
Un abrazo.
A história é lindíssima mas este sorriso captado na cidade berço (Guimarães)é simplesmente fantástico.
ResponderEliminarSinceros parabéns, um abraço.
Nada común sonreir a objetivo ajeno, una mirada sincera y una sonrisa contagiosa!! felicidades por captar tan bello momento!!
ResponderEliminarsaludos poeta!!
una foto de una reina o de una doncella del pueblo, ni una menos que la otra...
ResponderEliminartal vez irrelevante la historia de ella, pero no la historia de la foto... porque más que una simple imagen es una imagen con una historia que contar... la de una bella sonrisa de una guapa mujer, la de un zoom demasiado largo y un pulso fallido... la de una historia con dos historias sin nada en común