Hoy, día del libro, me apetece hablar del bosque. Es un bosque que desciende por un valle estrechísimo, tapizando un cauce por el que solo en raras ocasiones asoma un hilo de agua huido de la corriente subterránea. Al principio, en su parte alta, el bosque se aparece bajo la forma del hayedo, desnudo todavía y perezoso bajo el embozo del musgo. Delfino, el maestro de mi hijo, ha querido que le acompañemos en el paseo (o ha querido acompañarnos, que no lo tengo claro) y aprovecha para enseñarnos a leer, apenas las primeras letras: empezamos por distinguir en cada tallo incipiente el árbol con nombre y apellidos que aspira a ser un día, y después aprendemos a entender el ansia de luz del haya centenaria y su explosión de ramas, también a poner fecha a los cadáveres caídos en medio del camino a manos de los sucesivos temporales, a elegir la piedra que hay que levantar para sorprender a la incauta salamandra, o a descubrir dónde holla el gamo y dónde hoza el jabalí. En seguida, a fuerza de observar no podemos evitar el sentirnos observados. Y ya no estamos solos. Todo son señales, todo inminencias sutiles. Detrás de un farallón calcáreo, el hayedo se transforma en bosque de ribera: olmos, arces y avellanos con sus verdes chillones de raitanes y mirlos y un camino de agua que corre y de barro que detiene, nos llevan a divisar allá a lo lejos, y a la vez tan cerca, el mar, una pizarra vacía para la clase de mañana. Me habría gustado traer imágenes de todo esto, un cuaderno de campo con anotaciones en los márgenes, prueba de que soy alumno aplicado y de que hoy es el día del libro. Pero la cámara anduvo algo despistada. Ella habla otro lenguaje, no atiende bien a los detalles y siempre el bosque termina por quedársele en bosquejo.
jueves, 23 de abril de 2009
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Bosquejos y formas de bosque. Algo tienen estas fotos de magia que invitan a pasar un rato contemplando sus formas, colores y fondos. Como tumbada en la hierba sintiendo la felicidad del momento y olvidando absolutamente todo lo demás. Me encantaron en el sentido literal.
ResponderEliminarLas miro, las miro y las miro y la segunda me atrae, el color sus formas, su composicion tan original.
ResponderEliminarMuy bonita.
Saludos.
En esta primera foto yo no se si las hayas buscan la luz o si se buscan la una a la otra para unir sus ramas y continuar viviendo.
ResponderEliminarEl cielo también es una dicotomía entre la niebla que enmascara la cubre del Sueve y el apacible mar que hay al fondo, una lucha constante entre ambos . ¿Perfecta simbiosis?
Y en perfecto equilibrio se levanta ondulante y sobria, plena de vida incipiente por mostrar, tímida, pero valiente...
ResponderEliminarAtrapadas en su presente, resueltas a cubrir de sus sombras el tapiz de ese bosque, que no se asuste el agua, ni sus sabios habitantes...
Tu cámara esta vez ha encontrado el camino sola llevándote de la mano...
Libros y hojas, hojas y libros, respirando hondo toda su fronda.
Un buen maestro y mejores alumnos.
Abrazos
A ver qué digo yo después de tan atinados y bien escritos comentarios.
ResponderEliminarPues que, aunque te salgas de tu estilo habitual de fotografía, siguen siendo fotos preciosas. Es muy difícil captar con el ojo tuerto de la cámara toda la belleza del bosque, y te has acercado mucho.
Y sí que debisteis aprender mucho, porque la riqueza del vocabulario lo acredita.
A primeira foto é de mestre. Belo olhar.
ResponderEliminarSaludos
Al final la cámara es muy suya y tiene sus propias perspectivas...
ResponderEliminarLeer el mar, leer los árboles, leer antiguos códigos de la naturaleza...
ResponderEliminarLeer tus fotos y tus textos es sentir la sensibilidad de un espíritu delicado. Gracias Xuan.
Yo también os he acompañado y no me han hecho falta los apuntes de la cámara ;-)
ResponderEliminarA ver, Xuan, va a ser mucha casualidad, conozco bien un camino que desde Colunga discurre arropado de vegetación bajando hasta la playa de la Griega y pasando por el camping Costa Verde, por la lado de este camino creo que discurre un río o arroyo que desemboca en dicha playa. Es un lugar increible del que hemos disfrutado algunos años. Un abrazo
ResponderEliminarBuenos días, XUAN RATA:
ResponderEliminarY todo esto, que una simple máquina de fotos, en reducidos encuadres, ha plasmado, consiguiendo atrapar: bosque-cielo y tiempo, se ofrece continuamente por doquier ante nuestros ojos. Y nosotros, ciegos, sin verlo.
Saludos. Gelu
Creí haber dejado un comentario ayer noche. No sé qué demonios hice para que no aparezca (fallos de la nocturnidad) A ver si recuerdo lo que escribí. Algo así como que las fotos son el marco que encuadra perfectamente las palabras. Y decía que te aprovecharas de ese maestro, Xuanrata, porque a mí me da que ya quedan pocos así. Y por cierto, si por un casual Delfino no existiera, es igual, tú ya lo tienes: por tanto, estira sus conocimientos porque puede dar mcuho de sí. Un abrazo.
ResponderEliminarLa vision de las ramas, puede ser un atisbo de libertad, la vista no se encuentra limitaciones en el espacio, si no que se esparce en una natural riqueza de detalles. Buena lectura de tu post, se hace deliciosa a la vez que dipone de la misma riqueza de conceptos que las fotografias.
ResponderEliminarSaludiños
Me gustaría volver a ser niño por muchas razones (algunas muy obvias) pero sobre todo por ir a una escuela de las de ahora, con sus actividades no lectivas, su experimentación, sus profesores vocacionales..... tan diferentes de la que me toco "sufrir". Estos niños no saben lo que tienen!
ResponderEliminarSeguro que las tomaste en Asturias?
ResponderEliminarSon estampas japonesas, en la primera captaste dos instantes el del encuadre inferior, hubiese podido ser el invierno, el superior una fràgil primavera. Las ramas despunteando ese arcoiris de puntos en los que se transciende como en una tela de araña en la que dejaste atrapado el momento. La segunda estampa es otoñal, la araña sigue tejiendo, pero con sus ramas, como acariciando a las que ya reverdecen anuncian el estîo que viene de camino.
Como siempre un puntazo. Dale las gracias a tu nene y al maestro por captarnos estos instantes.
Un abrazo enorme.
Me trasmiten sensacion de libertad y armonia.
ResponderEliminarSon preciosas, mè guta la persspectiva que tienen
Los árboles enmarañados se funden en un abrazo natural, que nos descubre formas de libertad, desveladoras de un viaje transformador, desde la madera como materia prima, al papel, como arma de futuro; desde la naturaleza, hasta la necesidad de saber, de conocer a través de la lectura. Es tarea de todos hacer de ese elemento físico, que es el libro, merecedor del sacrificio que realiza la naturaleza.
ResponderEliminarun recorrido por esos bosques, nos hace más conscientes de este proceso y nos empuja a una solidaridad necesaria con la naturaleza.
Me gusta esa maraña que forman las ramas. A veces la sencillez es suficiente para reflejar propuestas complejas.
Saludos
Con la mirada …
ResponderEliminar¿sería exagerado decier que en el bosque se encuentran nuestras raíces?
...saludos.
CR & LMA.
____________________________
Estan preciosos.
ResponderEliminarY el azul del cielo con las nubes q asoman entre las ramas....
Muy bucólico
;)
No por hallar lo hallado hayamos de creernos en el bosque. Aunque nos admita, siempre el bosque nos extraña.
ResponderEliminarBesos.
Las ramas de los árboles, antes de la explosión de la primavera, son las neuronas de nuestras miradas...
ResponderEliminarRamas.
ResponderEliminarAzul.
Dos imágenes.
Dos palabras.
Hoy no sé decir más.
Después de leer tu comentario
y los de (tantos!) seguidores...
Miro la segunda fotografía.
La pongo de fondo en mi pantalla (para varios dias)
Escucho el Vals Nº2 de Shostakovich.
Huelo una rosa de Abril,
sin cortarla.
Y, para cenar, buñuelos de cebolla y queso fresco.
Gracias por tu blog.
Hasta mañana!
(si dios quiere)
"después aprendemos a entender el ansia de luz" Me encanto esta parte, no solo el haya tiene este ansia. Un saludo Xuan.
ResponderEliminarEn esta tierra sólo pinares y eso no es bosque es alineamieno de madera.
ResponderEliminarInteresante efecto, el de la primera foto. Parece una duplicación, a la inversa de la misma foto, sin embargo, el cielo es delator y el único truco es el de mi cerebro al procesar esa información. Bueno, lo que quiero decir es que me ha encantado el punto de vista desde donde disparaste.
ResponderEliminarUn saludo.