Por fin la distancia se va resolviendo en cercanías, en anuncios: el ladrido del mastín, sonoro y ahogado, como si se tragara su propio eco, y algún que otro recipiente de plástico que pugna por escapar de los rebufos del arroyo. Mediodía de domingo. Pisamos cemento. Las casas, bien cuidadas, se van escalonando sobre las curvas de nivel de la cabecera del valle. Casi todas cerradas, algunas solo a medias, como si sus habitantes no anduvieran lejos. Nos detenemos en un cruce de caleyas* reconvertido en plaza gracias al implante de un par de bancos de parque urbano. Nos reciben una comisión de gallinas y un gato con las orejas mordidas y la nariz de boxeador. Todos caminan muy despacio. El gato atraviesa el aire sin cortarlo. Una gallina abandona el grupo y nos interpela con una pata en suspenso. Luego un perro mestizo se desploma casi delante de nosotros. Su piel es ya una capa desprendida de los huesos. Se crea una atmósfera de encuentro. Quién sabe desde cuándo nos estaban esperando. Tal vez los que se fueron se hayan olvidado de volver.
*Caleya: calle de un pueblo
(Continuará)
Sosiego. Tu entrada de hoy trasmite sosiego: una lentitud que deberiamos recuperar en todas las cosas.
ResponderEliminarApetecible remanso.
ResponderEliminarEspero ese continuará;)Instantánea tras instantáneamente y así dejándome transportar por tu objetivo.
Un abrazo, Xuan.
Me encantan estas postales, juntas valen un potosí...
ResponderEliminarHay lugares donde el tiempo parece detenerse. Y transmiten paz.
ResponderEliminarBellas fotografías y bello viaje. Espero a su continuación
Un beso
Veo que, después de tanto tiempo, va cogiendo forma aquella colección de rutas que te decía que podrías hacer.
ResponderEliminarÉsta nos tiene aquí, caminando con vosotros por etapas. Y paseando la vista contigo. Dónde mejor que estar sentado en el otro banco.
Preciosas imágenes, un saludo desde el sur.
ResponderEliminarSoñolientos, se desperezan ante las visitas. En la placita que narras, la vida vuelve por unos instantes y me conmueve ese diálogo silencioso entre niño y gallina.
ResponderEliminarXuan, besos. Muchos.
El ambiente ideal para pasar este fin de semana largo. Conozco muy bien lo que describes, es un ambiente único.
ResponderEliminarMira qué guapo el peque! Feliz finde!
Tres fotografías fabulosas. La cara del perro es genial jeje.
ResponderEliminarUn saludo.
José Barceló
Éso es civilización, no lo que nos venden continuamente.
ResponderEliminarMe vendría de fábula un sitio así, aunque fuera para un ratito, que suerte qué envidia.
ResponderEliminardisfruta el lugar y el sosiego
bonitas fotos i textos,
ResponderEliminarsaludos,
kiti
Bonito blog!!
ResponderEliminarBellas fotografías!!
Un saludo
Esos cojines de eskay que hay sujetos mediante ese tubo en la ventana me inquietan. ¿Será que no desean sus dueños que la luz revele algo que nos remueva?
ResponderEliminarEl olvido es el gran recurso del recuerdo. Gracias por aliviárnoslo, Xuan.
Curioso que el perro y el gato cerraron sus cortinillas al ritmo de tu obturador. Siempre me he preguntado por qué los gatos usan una réflex y los perros mestizos prefieren guiñar sus compactas de 35 mm.
ResponderEliminar...y el aire frío, y los olores, y la sensacion de haber vivido ya ese momento.
ResponderEliminarcuando disfrutas deseas que el buen sabor perdure, que la retina se queme, que los sonidos perduren,
momentos para recordar con unas fotos.
por cierto, ¿era la hora de la siesta?
Pues a los animalitos se les ve muy a gustito, "como en casa".
ResponderEliminarSentimientos ambiguos volver a los pueblos donde el pasado y el futuro tienen una anchísima línea.
La expresión del perro en la fotografía me encanta.
Pero las miradas entre el niño y la gallina, también tiene lo suyo, jajaja