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Adentrarse en el bosque de eucalipto viene a ser algo así como entrar en un edificio abandonado, pero de un abandono que no es el de la ruina, sino más bien el de la rutina de una fábrica que se alimentara únicamente de sus propios despojos. Tal vez por eso entre eucaliptos nos sentimos tentados a vestir y caminar como los zombis, desorientados y con harapos que hacen más visible aún la desnudez. El bosque de eucalipto es un bosque enajenado, no sabe cómo llegó aquí ni cómo se sale, así que lo único que puede hacer es huir hacia lo alto. También yo me siento un poco trasplantado al recorrerlo, pero precisamente por eso o quizás tan solo porque es mi paisaje más cercano y ni él ni yo tenemos la culpa, puedo llegar a tomarle cariño. Un cariño como el que un padre sentiría por ese hijo sin remedio. Y es que yo sé lo que él no sabe: que vivirá rápido y morirá joven entre los acordes eléctricos de las tronzadoras y ni siquiera le quedará el consuelo de la belleza de su rostro, fundido en un puré de celulosa. La vil causalidad y una metáfora trucada quisieran hacer del blanco folio en el que escribo un trasunto de su alma. Pero no, para encontrarla es preciso volver a extraviarse entre ese desorden de brotes y cortezas que contra toda plantación afirman bosque.
Cortezas como un puzzle. Troncos que dan ganas de abrazarlos, como abuelas a los lados de la carretera.
ResponderEliminarTu ojo encuentra los detalles y las palabras revelan al pensador.
Besos, Xuan
Nunca tuve la suerte de penetrar en un bosque de eucaliptus, pero sí te puedo decir que tengo mi casa sembrada de ramas por todos los rincones con sus flores correspondientes. Quiero que mi casa huela a gloria. Ahora como es el tiempo estoy colocando ramas nuevas sin deshacerme de las otras. (No las quiero llamar viejas, por si me oyen y se ponen tristes)
ResponderEliminarNo sé qué haré con ellas pero no soporto la idea de colocarlas en un contenedor. Ellas, que ocuparon los mejores rincones de mi casa.
¿Qué harías tu?
Te invito a retratarlas.
Un bosque de ocalito da para un libro de fotos si uno consigue ponerse tus gafas. Hermosas la primera y la quinta.
ResponderEliminarMe quedo con esa comprensión tuya del ocalito, que no sabe cómo ha llegado ni cómo salir. No se puede decir más con menos.
Belas fotos, como o aroma do eucalipto.
ResponderEliminar¡¡Uff! Menudas texturas has conseguido amigo. Me parecen unas imágenes impresionantes. Me han encantado. Un saludo y buen fin de semana.
ResponderEliminarTus imagenes son magníficas...
ResponderEliminarbocanadas de aire fresco que me hacen evocar mi infancia...la casa de mis abuelos estaba rodeada de un bosque de eucaliptus.
Gracias por compartirlas.
ocalitos, ocalitos...munchos ocalitos... que decía aquella canción de Dixebra...y ahora sus hojas son imprescindibles para aliviar los catarros... me quedó con la quinta y la sexta, pero nunca podré olvidar las virutas de la primera...
ResponderEliminarYo he vivido en un bosque de eucalipto, a donde llegaban también efluvios del mar y sinceramente...añoro ese lugar.
ResponderEliminarEs cierto, es otro tipo de bosque diferente.
Me encantan tus fotos!!
Mar (...la vendedora de humo)
Muy buen reportaje. Unas imágenes con excelente enfoque y acompañadas de un texto brillante.
ResponderEliminarUn saludo.
Indudablemente, tu sentido de la composición es excelente.
ResponderEliminarNunca más una plantación. Gracias por descubrirme el remedio de lo irremediable.
ResponderEliminarEn efecto, el bosque de eucalipto es algo que no debería estar allí y por eso juega a confundirnos. La primera imagen es pura poesía.
ResponderEliminarpreciosa entrada, y además has conseguido quitar en parte esa mala fama del eucalipto. mi abuelo siempre decía que el eucalipto era el "veneno" de la Naturaleza y de siempre he crecido con esa imagen maligna de tan bello árbol
ResponderEliminarsaludos!
Raúl
maestrazgomagico.blogspot.com
Los tonos de esta serie me encantan. Si tuviese que quedarme con alguna sería la penúltima, magistral en composición, el tono rojizo anulando casi al infinito el resto de la imagen, convirtiéndola en un inmenso espacio negativo.
ResponderEliminarSaludos.
Unos detalles preciosos, nunca había visto así unos eucaliptos.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Saludos.
Tratado sobre el alma gemela del eucalipto, con poesía de fondo.
ResponderEliminarNunca expresaron tan bien lo que siento en ese bosque.
Cuánto tiempo tomando caramelos de eucalipto, vapores de eucalipto sin saber de su fisonomía. El benefactor de las vías respiratorias. Y ahora, ahogándonos los montes autóctonos. Mejor tener la culpa hacia nosotros que hacia el árbol.
ResponderEliminarLas hojas son todo un paisaje desde el G.Earth a 8000 pies.
Entrada para saborear, Xuan.
También tiene un bello nombre este árbol, de curiosa etimología (del griego): "eu", denota perfección;"caliptos"= oculto. Algo así como "la perfección de lo oculto". Lo que vienen a demostrar, una vez más, tus impresionantes fotos.
ResponderEliminarUn abrazoo, Xuan
Increíble la cantidad de colores y texturas que nos descubres, consigues que sea algo bello en imágenes y palabras.
ResponderEliminarquem diria que o raio dos eucaliptos eram tão fotogénicos e as suas folhas digitais?!
ResponderEliminarEstas fotos son bellísimas, Xuan!
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