El malecón de Cádiz
De pronto el fotógrafo se sorprende a sí mismo, como tantas otras veces, siguiendo a las gaviotas con la cámara, asomado al malecón y a un mar perfilado bajo esa veladura de luz que queda tras la lluvia, tan familiar, solo que esta vez el fotógrafo está a mil kilómetros de su casa, en la punta opuesta del mapa, un mapa que parece que alguien hubiera doblado por la mitad hasta hacer coincidir exactamente sus extremos. La pregunta obvia es si ha merecido la pena atravesar nueve provincias para encontrar al final del camino el mismo punto de partida. La respuesta, no menos obvia, es que no se viaja tanto para descubrir siempre lo nuevo como para descubrir de nuevo lo de siempre. Pero esta reflexión vendrá más tarde porque en ese momento para el fotógrafo solo existen las gaviotas, el malecón, el mar, y esa luz que deja la lluvia como una nota cariñosa encima de la mesa.
me resultó una lectura amena,
ResponderEliminarsaludos
pues como siempre un gran texto con reflexion incluida y una hermosa foto, de esas en las que uno se detiene unos minutos a mirar para deleitarse en los detalles y disfrutar de cada pixel si es que esto es posible.
ResponderEliminaryo creo que el viaje sí que mereció la pena y espero ver muchas fotos más de ese rincon del mapa doblado.
un abrazo
¿Te parece poco ese malecón, con el arte que tiene?
ResponderEliminarLa foto es maravillosa.
Pisha... ¿que eres de Cai?
¡Qué imagen!
ResponderEliminarSaludos.
Antón.
No creo que viajar te descubra de nuevo lo de siempre, hay tantísimos matices que visten con nuevos trajes lo ya visto...
ResponderEliminarEstando en Cai no puede ser lo mismo, ni siquiera la lluvia (imagino yo, que ya me gustaría conocerlo). La misma gaviota te lo dice, gaditana élla, atenta a tu cámara y a tí, no como las de aquí, que carecen de esa pose y cortesía.
Sevilla, Cádiz... ter veo muy sureño...
ResponderEliminarTienes tanta razón que creí que era Gijón, hasta que vi el pie de foto. Y mira que, siendo del norte, he estado más veces en Cádiz que en Gijón. Pero ha sido la luz, que tan bien describes al final del texto. Y el vuelo rasante de la gaviota...
ResponderEliminarNo hay que buscar razones para lo que has encontrado. La belleza se justifica a sí misma sin necesidad de demasiados argumentos. Saludos
ResponderEliminarMi admiración por tus fotografías crece cada día.
ResponderEliminarAh! Y estoy de acuerdo con quienes piensan que el interés del viaje radica en el camino y no en el destino.
Un abrazo.
Esa Catedral y esa tazita de plata y oro es algo imborrable en mi memoria.
ResponderEliminarUn abrazoe
Ni pintado.
ResponderEliminarLa gaviota te siguió, quería jugar contigo a la ceremonia de la confusión.
No sabe que sales indemne y que la luz te protege.
Besos besos
Hay días que todo parece estar a favor de uno. Lo malo que no todos son conscientes de ello.
ResponderEliminarUn abrazo
Preciosa fotografía, con una luz extraordinaria!
ResponderEliminarUn abrazo
Me siento feliz y palpitante en esta luz después de la lluvia.
ResponderEliminarLa foto es tan buena, que dan ganas de echarse a volar tras la gaviota.
ResponderEliminarBienvenido al sur. También existe, como dijo Benedetti. Y para tu luz y tu mirada, al sur del sur siempre hay otro sur (¿te leí algo así a ti?).
ResponderEliminarAbrazos
¡¡Preciosa imagen de la bahía gaditana!! Un saludo amigo.
ResponderEliminarSin la gaviota, la foto estaría muy bien, pero con ella, le da otra dimensión, parece volver a casa.
ResponderEliminarExcelente.
Un abrazo.
He venido cuatro veces a tu blog, y es que no se que ponerte...es que me gusta muchísimo!
ResponderEliminarNunca levantamos el vuelo lo suficiente.
ResponderEliminarCádiz......que ganas de visitarla y conocerla....
ResponderEliminarLa imagen preciosa.El tratamiento impecable.Me gusta mucho.
Un saludo enorme.
María.
Me he subido a lomos de esa gaviota y recorro a vista de pájaro, la ciudad, la caleta, picoteo en Las Viñas y rodeo el malecón que me transporta al otro lado del mar, Cadíz es la antesala de América, me dan ganas de continuar volando hasta allí, pero mi gaviota se ha cansado y mi viaje se termina aquí. Gracías por el paseo.
ResponderEliminarlinda, limpa a luz e as cores, como quem lava os olhos na pureza da chuva...
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