Franqueo con limpieza el arco de metales, me giro y me despido de mí, al otro lado, con un gesto apenas perceptible de la mano y de las cejas. Los dos sabemos que jamás volveremos a vernos, pero disimulamos.
Pronto las islas, los olivares, los puertos, las ciudades devienen mapa, una superficie desvaída de verde, ocre y azul punteada por las nubes.
Más allá de la tarde y de la cinta de equipajes me aguardo. Entre la riada de viajeros que llegan busco mi rostro hasta reconocerme. Cortésmente me ofrezco a llevarme la maleta. Accedo y con las manos vacías contemplo cómo me alejo por los pulidos bulevares de la terminal.
Pronto las islas, los olivares, los puertos, las ciudades devienen mapa, una superficie desvaída de verde, ocre y azul punteada por las nubes.
Más allá de la tarde y de la cinta de equipajes me aguardo. Entre la riada de viajeros que llegan busco mi rostro hasta reconocerme. Cortésmente me ofrezco a llevarme la maleta. Accedo y con las manos vacías contemplo cómo me alejo por los pulidos bulevares de la terminal.
Que bien has aprovechado esas preciosas nubes para conseguir un fotón. Y el relato me encanta
ResponderEliminarLas nubes eran realmente llamativas, pero fue la tensión entre ellas y el ala del avión lo que lo que me hizo salir del confortable interior del fuselaje, aunque fuera metafóricamente, y tomar la foto.
EliminarPreciosa la foto con una gran dinámica, la que aporta esa cola de avión surcando el espacio. El texto como siempre magistral Un abrazo
ResponderEliminarAunque se trata del extremo del ala, es cierto que parece la cola del avión debido a la similitud de sus formas, pero sobre todo al lugar del corte fotográfico y al hecho de que las nubes parecen salir del avión, como si fueran el humo del reactor.
EliminarMás allá de la foto, lo que has escrito me parece genial, me he ido desdoblando contigo conforme iba leyendo.
ResponderEliminarEs un juego de ecos, del mismo modo que hay una clara simetría entre la forma del ala y la de las nubes, un ir y venir, una corriente alterna que se retroalimenta.
EliminarSeguramente nuestra verdadera esencia sea ese yo que viaja entre quienes somos en vacaciones y quienes somos en la rutina, ese yo que permanece entre los distintos personajes/identidades que adoptamos en los distintos contextos.
ResponderEliminarLa foto (y esas nubes) es hermosa
Me hiciste recordar cómo se va formando y luego alejando el paisaje de mi tierra cada vez que toca volver a mi exilio elegido, y las lágrimas que siempre lo enturbian
Besos
Va a ser entonces que en esencia somos tránsito permanente. Aterrizar, despegar, son solo maneras de tomar conciencia de esta verdad. Quizás esas lágrimas tuyas también lo sean.
EliminarMe lleva a una agradable nostalgia, a un volver a empezar, al viaje...
ResponderEliminarPoderosa foto.
Habría que levantarse cada mañana con esa idea de viaje.
EliminarEs curioso el paralelismo, en efecto. ¿Te imaginas que alguna vez sean nuestros otros los que se encuentren?
ResponderEliminarUhmm….¿estás seguro de que no lo hacen ya? Me da que están confabulando a nuestras espaldas.
EliminarSe respira soledad en los aeropuertos, siempre he tenido esa sensación... no se por qué...
ResponderEliminarLa foto me gusta. Un abrazo.
Hay mucha espera en los aeropuertos: colas, arcos, puertas de embarque, pasillos, retrasos, anuncios, una cierta incertidumbre flota en el ambiente, es un lugar hecho de demoras y de trámites y ahí nos sentimos pequeños porque nuestro destino está en muchas manos diferentes y ninguna es la nuestra.
EliminarMe gusta mucho la estética y su narrativa de ida y vuelta.
ResponderEliminarUn abrazo, Xuan.
Ida y vuelta son dos conceptos simétricos y si me apuras intercambiables.
EliminarLa imagen es genial, pero la narrativa no se queda atras.
ResponderEliminarUn abrazo, XuanRata.
Gracias, Jordi. La narración va colgando de la imagen como aquellas pancartas publicitarias que llevaban hace muchos años las avionetas sujetas a la cola. Eran llamativas pero enseguida olvidábamos el mensaje: lo que nos maravillaba era el vuelo.
EliminarNos desdoblamos varias veces al día, pero en los viajes siempre dejamos un nuevo morador al que volvemos a través de las fotos. Muchas gracias por los viajes literarios y fotográficos.
ResponderEliminarLas fotografías son otro viaje dentro del viaje, cuentan una historia paralela que se superpone.
Eliminar¡Qué pasada, Xuan! Tus fotos son espectaculares (como siempre, la verdad) y luego esos textos maravillosos, qué nivelazo, por dios. Me rindo cada vez que vengo, miro y leo, uf!
ResponderEliminarGracias, Virgi. Yo también te sigo en tus viajes exteriores e interiores, aunque no tengo manera de dejar señal de ello, pero que sepas que ahí sigo, maravillándome del brillo de tu isla y de la luz de tu lenguaje.
EliminarMaravillosas nubes . Supongo que la habrás tomado con el móvil, la última vez que viajé en avión , a pesar de llevar la cámara conmigo no pude tomar fotos porque era obligatorio ponerla ponerla en el suelo del avión , no pude tenerla encima.
ResponderEliminarBesos
Lo de dejar la cámara en el suelo es solo en el momento del despegue y del aterrizaje. El resto del vuelo no hay problema para usarla, al menos yo no lo tuve y la verdad es que me despaché a gusto.
EliminarQue gran encuadre y composición, te felicito. Un abrazo
ResponderEliminarEl encuadre que me permitió la ventanilla del avión y un poco de suerte. Gracias, Ana.
EliminarQue elegancia la de esas nubes, viendo la imagen me siento pequeño, como nos atrevemos a desafiar el cielo con nuestras máquinas voladoras, la perspectiva de la foto, hace parecer que el fuselaje del avión es el que expulsa las nubes, cuando en realidad somos nosotros los que estamos de prestado en el reino de las nubes.
ResponderEliminarDesde luego en el retorno de cada viajes es como si la persona que volviese dejase algo de si mismo en el punto del que volvemos y la metáfora de tu texto me parece brutal. Un abrazo
Ponernos por las nubes, estar en una nube...ser pájaros en definitiva. Pero no esa la sensación que yo tengo en el interior de un avión, sino todo lo contrario: el constreñimiento máximo, encerrados en una caja de metal en mitad del aire, somos una contradicción sin solución. La foto intenta romper esa cadena.
EliminarMe gusta viajar solo, tanto que no suelo ir conmigo. De taconeo la foto y el texto.
ResponderEliminarUn abrazo, Xuan.
Qué suerte, Josep. No hay tipo más pesado que uno mismo. Y además ya sabemos todos sus chistes.
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