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Centro Niemeyer, Avilés - Asturias
Como una página en blanco a la espera de la primera palabra que dicten nuestros pasos se extiende la tersa llanura del Centro Niemeyer de Avilés y sobre ella se levantan sus dunas calcáreas. Provienen del tiempo ya legendario de los fastos, de aquellas megalíticas construcciones que se alzaban como polos magnéticos en todas las ciudades con la única función de alzarse, de sobresalir y brillar para pasmo de propios y extraños. Era costumbre atribuir a estos monumentos el sobrenombre de museo, centro cultural o auditorio, igual que en otras épocas se hacían pasar por altares y mausoleos, pero a decir verdad esto nunca fue tomado demasiado en serio. Del mismo modo que nunca nadie supo dar razón del destino de este espacio porque tal vez hacerse espacio era su único destino. De ahí que le cuadre tan bien ese aspecto de lienzo virgen listo para imprimir sobre él todos nuestros sueños sin forma, esos anhelos que se quedaron en esbozo, en líneas maestras. Aunque también puede ser vista como una prótesis de escayola para la ciudad tullida por las sucesivas reconversiones. Es lo que tiene la ambigüedad arquitectónica. Lo cierto es que, a lo mejor porque no fue diseñado pensando en el lugar donde sería levantado, este conjunto parece más bien caído directamente desde el mundo superior de las ideas, campamento avanzado de una civilización más higiénica y pura que esta nuestra, heredera directa de la edad del hierro, dueña del óxido...(continuará)