Contemplativa urbana

Oviedo- Calle Independencia, 6:30 p.m.

Esperaba que alguien atravesara el escenario. Una exposición de medio segundo difuminaría su cuerpo y lo convertiría en pincelada sobre el lienzo. Pero al cabo de unos minutos de contumaz vacío, supe que aquel era uno de esos lugares por los que nunca pasa nadie, un rincón sin salida ideado por los arquitectos de lo urbano para ser soslayado, un espacio puro a mayor gloria del diseño. Aún esperé algo más, por si acaso alguien tuviera que consultar la hora a la luz de la farola. Resignado al plantón del que estaba siendo objeto, disparé al fin, guardé la cámara y di media vuelta. Y como suele suceder en estos casos, en cuanto eché a andar escuché el eco de unos pasos. No pude reprimir el taco antes de comprender que aquellos pasos ¡joder, eran los míos!