En la disposición de la mesa puesta hay un lenguaje que recuerda a alguna clase de protocolo militar, sin que quede claro qué o quiénes son los rivales a batir. Pero hay también un lenguaje de la sobremesa, pariente próximo del idioma de la cama deshecha, en el cual se ordenan las cosas de acuerdo a una pauta imprevista como imprevistos son los giros de las conversaciones o los caprichos de los cuerpos librados a su suerte. A partir de nuestro abandono crean los objetos un universo de vasos comunicantes por donde circulan en igualdad de condiciones los buenos deseos y las insidias que buscan sin éxito una salida airosa. De ese alambique improvisado se destila al fin un silencio tan puro que ninguno de los comensales sería capaz de apurar sin congestionarse gravemente.
miércoles, 4 de enero de 2017
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Como todo lo que tiene que ver con los humanos, la comunicación y la incomunicación parecen ser parte fundamental de nuestra existencia. Me gusta mucho esta composición de vasos comunicantes, con ese viaje que se da nuestro ojo de la frasca a la copa y de ésta a la otra frasca y así con todos los objetos, cuál montaña rusa.
ResponderEliminar¡Qué buena entrada!
ResponderEliminarmuy buena la composicion y la luz ademas de la edicion en blanco y negro, un gran trabajo como siempre, saludos y feliz año 2017
ResponderEliminarMe gusta el formato cuadrado y el aire a viejo que tiene la foto, a viejo y auténtico, a ritmo pausado, a una comida tranquila y con sustancia, sin móviles ni ostias.
ResponderEliminarLa luz me recoge y me sitúa alrededor de la mesa en un tartulia amiga. Puede que ya todo haya terminado, pero el aire a tertulia, el esbozo de un momento de pespunte e hilván, me deja en la memoria unas palabras dichas con la armonía que da el buen comer y el amigo o los amigos. Miro por esa ventana y un olor a aire vital, me alcanza de lleno y me hace soñar con otros nombres que hoy no han estado. Me dejo humedecer por los amables líquidos ingeridos y recuerdo que tengo que continuar con la búsqueda. Una gran foto Xuan. Abrazo grande
ResponderEliminarEs el orden del caos, que probablemente tiene su propia lógica aunque no seamos capaces de entenderla. Un bodegón echado a su suerte y, por ello, de una autoridad incuestionable.
ResponderEliminarUn abrazo, Xuan.
Un contraluz fantástico, con el valor añadido de las trasparencias del cristal.
ResponderEliminarPreciosa manera de empezar el año, con protocolo y todo, jeje.
siempre y cuando consigamos apartar la mirada de nuestros teléfonos celulares...
ResponderEliminarSon los objetos que nos responden a nuestro sentir y movimiento, Xuán.
ResponderEliminarSegún sentimos así nos movemos.
Una buena intuición tal vez sería capaz de descubrir el misterio que ocultan nuestras almas.
Hay silencios a veces que se pueden morder.
Silencios también que gritan.
Silencios que explican lo que no se dice.
Silencios...........
....Y este Silencio tuyo que parlotea junto a la luz de tu ventana.
La luz y tu buen hacer hacéis que las texturas, los matices y las transparencias sean un deleite para la mirada :))
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo he observado la sencillez de todo: de los elementos de la mesa, de la composición, de la luz, de la ausencia del color. Ese tipo de sencillez tan hermosa.
ResponderEliminarLas sobremesas, sin duda, propician "los buenos deseos" y las "insidias", y eso por no hablar de las "bajomesas", que propician las miserias, los olvidos y los engaños. Con forma de tirabuzón tendrían que ser las mesas, o mejor de estrella de diez puntas...(¿qué otras formas favorecerían las camas?).
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