Antes de saber dónde estaba Taramundi, antes de saber siquiera si era un lugar geográfico, Taramundi era para mi una marca, la de la navaja que mi abuelo se sacaba del bolsillo de la chaqueta de pana, aquella que no se quitaba ni en invierno ni en verano porque, como todo el mundo sabe, lo que quita el frío también quita el calor. Mi abuelo no llegó a ver nunca un móvil, pero jamás salía de casa sin palparse el bulto de la navaja. Estoy seguro de que sin ella se sentiría como desnudo, falto de la necesaria cobertura. Mi abuelo tampoco llegó a conocer el concepto “multimedia”, pero cuando desplegaba la hoja oculta en la madera se abrían para él un sinfín de posibilidades, formas diversas todas ellas de comunicarse con su entorno: desde cortar la rebanada y laminar sobre ella aquel tocino luminoso hasta cercenar la cabeza de la víbora; o quizás tan solo limar las asperezas de la vara de avellano con la misma precisión con que se rebajaba las uñas que habían ido adquiriendo la dureza y el grosor del carbayo milenario; o a lo mejor pelar la pera recién caída, o sajar la herida purulenta en la pezuña de la vaca o hendir la caña que servirá al nieto de silbato; y también más de una vez apretar fuerte la empuñadura en el fondo del bolsillo, en el fondo de la noche sin más luz que la de las pupilas febriles del lobo en el camino.
Ahora que ya sé dónde está Taramundi me encuentro con que la navaja tiene allí hasta un museo dedicado. Está en Pardiñas, otra aldea unifamiliar, donde Carmina y Litos lo levantaron y lo sostienen con toda la dedicación de un arte que les viene de familia. No en vano, su hijo Juan Carlos continúa engarzando navajas que a veces se convierten en pequeñas piezas de coleccionista, con la clara idea de que mantener viva la tradición es llevarla más allá de si misma. Su inquietud contrasta vivamente con la quietud que envolvía su taller en la hora última de la tarde que la luz aprovechaba para tomar sus últimas posiciones entre las láminas de acero, las piezas de boj, las notas, los albaranes, los tornos y los yunques y la piedra de afilar. Olía a serrín y a humo de fragua.
Yo aún no tengo móvil, pero ya tengo navaja. Sé que apenas me queda nada que cortar; otros tampoco tienen apenas nada que decir y continúan rajando.
Me encantan las fotos,pero sobre todo la primera, esa luz entrando por la ventana y estirandose hacia la silla y las navajas tiene algo que me atrae y me engancha. Muy buena. Por otra parte es verdad que la gente de allí es encantadora, Litos y Carmen, te enseñan el museo y explican todo con mucho amor, pero no solo ellos sino en los otros lugares que hay para visitar dentro del concejo de Taramundi, se ve que estan encantados de poder seguir viviendo allí y de poder conservar y transmitir todo lo que el tiempo ha dejado atrás. Lo que, también, se ve allí es la capacidad de la naturaleza para regenerarse y cuando nos contaban que la mayor parte de todo lo que ahora vemos de bosque, habían sido tierras de labor y prados, uno se admira de lo que la naturaleza puede hacer por si misma. ¡Maravilloso!
ResponderEliminarPocas veces lei un rpeortaje tan completo y tan condensado y ademas con tanta capacidad de observación de lo cotidiano.los serranos mayores de Segura tambien veian en sus navajas algo que les servia para todo.Una especie de multimedia que no necesitaba baterias ni cobertura.La primera de las fotos es del tipo de luz que a mi mas me gusta.
ResponderEliminarGracias.
Una entrada muy conseguida, el texto es entrañable, recordándonos que antes no hacia falta mucho para ser feliz, solo con una pequeña navaja se tenia un mundo; y las imágenes reflejan lo artesano y hermoso de su elaboración, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarMe encanta la primera foto y el juego entre la silla y el mesón y el equilibrio que imprime en el plano la luz en el centro.
ResponderEliminarLa del detalle de las hojas de las navajas me ha gustado mucho también.
He recorrido tu espacio para ver todo lo que me perdí en este tiempo y ha sido un bello paseo.
Un abrazo,
Has cortado el tiempo con esa navaja y se me ha venido el pasado, a borbotones. Taramundi...
ResponderEliminarMe gusta la foto, pero mas me gusta en esta ocasion el texto, lo que cuentas, muchas veces se lo he oido contar a otras personas de sus abuelos, son las costumbres sanas de otros tiempos, como el carballo que comentas, nuestro roble, noble centenario y por desgracia poco a poco destruido.
ResponderEliminarsaludos
Esa primera fotografía es IMPRESIOANANTE!! El modo sutil en el que la luz entra por la ventana y el encuadre que te situa en el banco junto al artesano.
ResponderEliminarLa última, también tiene fuerza, con todas esas hojas de navaja preparadas para ser engarzadas...
Saludos.
Acabo de encontrarme en tu blog... ya sabes curioseas en unos otros... y de vez en cuando te topas con algunos que no solo son buenos por su fotografía. Además le saben dar calor y color con la palabra, logran que la foto tenga un cariz vivo...
ResponderEliminarMe gusta cómo reflejas vida en tus fotos, son mágicas ensoñaciones.
Un saludo de una novata que curiosea para aprender y que curioserará mucho por aqui...
Un excelente trabajo xuan me ha encantado el relato de tu abuelo, es verdad que antes era todo mucho más sencillo que en la actualidad y a cualquier cosa se le sacaba provecho con una mano adiestrada y una buana herramienta como parecen ser estas navajas que nos muestras, las capturas muy buenas parecen unas navajas estupendas.
ResponderEliminarUn abrazo
La foto primera tiene una gran fuerza y el texto es entrañable, que bonita historia del abuelo y los creadores del museo. La vida está llena de pequeñas cosas pero muy importantes.
ResponderEliminarAbrazos.
Eres de los pocos que valoras lo auténtico, lo que permanece.
ResponderEliminarIrreprochable el texto y las fotos sublimes.
Me emocionas.
Yo tampoco tengo móvil y me corté un dedo con la navaja y desde entonces tampoco uso aunque tengo un cuchillo estilo Taramundi de Portugal comprado en Candelario hace 20 años.
Yo tengo móvil pero la primera vez que oí el término "Taramundi" estuvo asociado a un pequeño cuchillo que un familiar me trajo de un viaje por aquellas tierras; hace algunos años de eso y todavía lo sigo usando con su filo original por miedo a pervertirlo con mis malas artes de afilador. Tu texto ha sido muy evocador y las fotos son una hermosura.
ResponderEliminarPreciosas fotos.
Creo que has lorado un b/n muy bueno con una iluminación fantástica y unas composiciones muy interesantes.
ResponderEliminarPD: El ibro "Redes: agua y vida" está editado por la fundación hidrocantábrico...
Me quedo con las hojas, yo no salgo de casa sin navaja, las traigo por todos lados, con las llaves, en el coche, en las bolsas de foto...así que muchas veces ando con varias a la vez. Por trabajo, también ando con movil, pero cuando puedo busco sitios sin cobertura.
ResponderEliminarBonito homenaje a la navaja de tu abuelo y a las manos creadoras de esas navajas.
ResponderEliminarOtro abrazo
Que bonito Xuan, tu escrito y que humano. Tu eres un afortunado, pues conocistes a tus abuelos; Yo hasta herede de ellos y no conoci a ninguno..¡poca fortuna la mia!, en comparacion a la tuya. Entre algunas cosas que herede, se encuentra, precisamente una navaja, que tiene las iniciales grabadas de mi apellido y que consevo, con mucho cariño. Felicidades y un abrazo desde la Torre
ResponderEliminarExcelente serie de fotos, me gusta la reflexion, como la evolucion nos ha vuelto idiotas y ademas de hacernos dependientes de modernos artilugios nos hace tener menos recursos de repuesta, yo quiero una ire a Taramundi.
ResponderEliminarPor desgracia mi trabajo me obliga a estar a la ultima y depender del mald... movil, quiero retodecer unos cuantos años de evolucion, se vivia mejor.Saludos
Gracias a el comentario he podido conocer algo mas acerca de esas navajas y de ti, muy interesante.
ResponderEliminarLaa primera foto es fantática, la luz, la composición, todo, y las demas acompañan a la perfeccción.
Saludos.
No das tiempo a ver todo lo que publicas, que continuidad madre mia.
Xuan, la foto de cabecera es auténtica, lme refiero a la de las navajas, a la de esta entrada, me gusta la textura, parece que se puede palpar y las luces y la sosmbras?? se recomiendoa unas nociones sobre la tecnica de realizacion de esta foto
ResponderEliminarpor fa porfa porfa, comparte tu arte
jajjaja
saludos brujos
Me encantan las fotos tambien. Me parece la luz era muy dificil en el taller, cierto! Respeto ...
ResponderEliminarPuedo sentir el ambiente en este lugar!
Saludos
Bello post...bello homenaje!!!!
ResponderEliminarFelicidades por una entrada tan redonda.
ResponderEliminarYo también tengo muchas navajas, pero para el día a día llevo una pequeñita adosada al llavero. A pesar de su pequeño tamaño, me ha ayudado en sinfín de entuertos. También me siento desnudo sin ella, así que comprendo perfectamente a tu abuelo.
Saludos.
Desde Uruguay hemos visto la página y no los olvidamos de lo maravilloso del lugar donde se encuentra el museo y su encantadora gente. Estamos deseando regresar a visitarlos y conocer el museo, que se observa muy interesante!!
ResponderEliminarNos vemos pronto desde otro continente con amor...
te encontré por casualidad, decirte que cerca de montefurado hay una cueva con este nombre xuan rata, me gusta tu blog
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