En estas fechas en las que el tiempo se comprime, el pasado te alcanza a poco que te descuides en la cola de una tienda o en un paso de cebra con semáforo. Si vuelves la cabeza todo empieza a parecerse demasiado a un cuadro de época. Incluso la tele se vuelve cruel y practica con nosotros un experimento de nostalgias para el que no estamos preparados. Inquieta comprobar cómo los lugares y acontecimientos que hasta ayer sostuvieron nuestros días se van disolviendo en nombres y números, apenas ya el santo y seña que deberemos pronunciar si queremos seguir formando parte de la fiesta.
Sin embargo, porque sabes que todas las calles terminan por ser la misma y que no hay años sino ritmo, porque lo sabes, tal vez convenga que tú y yo neguemos la certeza: así que aunque este año nuevo es el de siempre, ponte otra vez ese gastado vestido de pasadas Nocheviejas, que yo buscaré esa corbata que no pega, y vayamos a celebrar, sin movernos del abrazo, toda esta clara confusión, toda esta hermosa incertidumbre que tiene la supervivencia. Y olvidemos por una maldita vez la sensación de estar jugando siempre el tiempo de descuento.
Sin embargo, porque sabes que todas las calles terminan por ser la misma y que no hay años sino ritmo, porque lo sabes, tal vez convenga que tú y yo neguemos la certeza: así que aunque este año nuevo es el de siempre, ponte otra vez ese gastado vestido de pasadas Nocheviejas, que yo buscaré esa corbata que no pega, y vayamos a celebrar, sin movernos del abrazo, toda esta clara confusión, toda esta hermosa incertidumbre que tiene la supervivencia. Y olvidemos por una maldita vez la sensación de estar jugando siempre el tiempo de descuento.
¡Que el 2016 os sea propicio, compañeros!