Lo que más atrae del mercadillo, lo que más arrastra del rastro, no es el afán consumista ni tampoco la necesidad del intercambio: es el más puro instinto recolector que ante tanta abundancia al alcance de la mano, ante tamaña floración de nuestro pequeño universo, escruta con la vista, revuelve, pregunta, regatea, sin más objeto que sentir de cerca la satisfacción de la abundancia, después de doscientos mil años de supervivencia.
lunes, 25 de febrero de 2008
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Archivo del blog
-
►
2019
(37)
- ► septiembre (3)
-
►
2017
(34)
- ► septiembre (1)
-
►
2016
(39)
- ► septiembre (3)
-
►
2014
(42)
- ► septiembre (3)
-
►
2013
(54)
- ► septiembre (5)
-
►
2012
(73)
- ► septiembre (4)
-
►
2010
(79)
- ► septiembre (6)
-
►
2009
(97)
- ► septiembre (6)
-
▼
2008
(177)
- ► septiembre (5)
-
▼
febrero
(27)
- Capricho
- Migraña
- Angel caído
- Desde la óptica de Venus
- Telar
- El mi sobrinín
- Fuga
- Cuestión de sexo
- Contemplativa
- Cinefilia
- Beso certificado
- Cuerpo a cuerpo
- Transporte urbano
- Travesuras (II)
- Travesura
- Encargados de amanecer el día
- Santa Bárbara (II)
- Santa Bárbara
- Grafología vegetal
- Autografía
- Volviendo la vista al futuro
- Puertas al mar
- Breve paréntesis en Carnaval
- El villano y la damisela
- Puente San Sebastián
- La oveja contestataria (II)
- La oveja contestataria
Me encanta la foto, un colorido preciso! Que peligrosos son los mercadillos para mi. Casi siempre encuentro algo inutil que comprar, y luego almacenar. Que dificil me resulta el tirar cosas!!! Me digo: por si acaso..! Podria montar un mercadillo yo solita!
ResponderEliminarMe encanta el colorido de esta foto.
ResponderEliminarMuy chula!
El rastro acumula, en efecto, todas las formas, todos los colores, todas las sensaciones. Es un museo de nuestra materia humana.
ResponderEliminar